sábado, 22 de febrero de 2020

EL FARO








Vuelve al ruedo el aclamado Robert Eggers. Qué ganas le tenía a esta película que me acabo de zampar, y bien rica que me ha estado. Ya en su día recordaréis que dejé en esta casa mi opinión acerca de su anterior y primer largometraje; nada menos que : "La Bruja" (pinchad aquí para leer) Una instantánea obra de culto que no tiene perdón de Dios el que todavía no la haya visto. Echarle un ojo a mi crítica y luego a ver la película si el tiempo y las circunstancias no lo impiden.


Para su segundo largo, este buen pueblerino americano, vuelve a deleitarnos con una ambientación sublime y un guión que nos introduce en la historia de dos encargados de un faro de una remota y misteriosa isla de Nueva Inglaterra en la década de 1890. El veterano farero Thomas Wake (Willem Dafoe) y su joven ayudante Ephraim Winslow (Robert Pattinson), deberán convivir durante cuatro semanas. Su objetivo será mantener el faro en buenas condiciones hasta que llegue el relevo que les permita volver a tierra. Pero las cosas se complicarán poco a poco y el terror, el miedo, la opresión y las pesadillas no tardarán en hacer acto de presencia.

 

Es de ley destacar en primer lugar a sus dos principales y únicos protagonistas, pues toda la cinta se sostiene sobre un trabajo actoral de libro. Un duelo interpretativo de tan grandes y épicas dimensiones no se ve todos los días, por desgracia. De Dafoe qué decir; uno de mis actores favoritos, una mala bestia que cuenta en su haber con un maldito millón de registros. Ni que decir tiene que se encuentra en estado de gracia después de ésto y de su "Van Gogh: A las puertas de la eternidad". Sólo cabe colocarle en el Olimpo de los grandes, aunque por lo que tengo entendido, poco o nada le gustan las alfombras rojas y hacer el canelo. Mejor, para eso ya están los Bardem y compañías.



Ahora vamos con el segundo de abordo, el amigo Pattison viene a refrendar lo que ya me confirmó en "La Ciudad Perdida" y en "High Life";  que es un actor cojonudo. Atrás, y a Dios gracias, quedan aquellos Crepúsculos y cubos de basura fílmicos variados. Da buena réplica en todo momento a Dafoe y no desentona en un sólo momento. Todo lo contrario, en algunos momentos se ve capaz incluso de dejar en segundo plano al maestro. Muy bien Robert muchacho, muuuu bien.




Otro de sus puntos fuertes, como no podía ser de otra manera es el guión. Una historia que te transporta de inmediato al encanto de lo antiguo. Un viaje hacia la locura, plagado de elementos lovecraftianos, con una ambientación de luces y sombras hipnótica. Pura demencia.

Rodada en un esplendoroso blanco y negro (y formato 4:3) la belleza de sus planos picados y contrapicados harán  las delicias de cualquier aficionado a la fotografía. La crudeza de las imágenes cuadra a la vez con un humor ácido, corrosivo. Ver a los protagonistas ahí, matándose a base de empinar la botella, con esa ruda camaradería marinera, los cánticos etílicos, salvajes...nada bueno nos hacen presagiar.


Danos la penúltima copón. ¡La fiesta del pueblooooo!

Música y sonido no desmerecen en absoluto, si no que acompañan la atmósfera asfixiante con aplomo y mano de hierro. Ese aullido del diablo que emite el faro, ya os aseguro que no lo olvidaréis con facilidad.

 


Como alegato y conclusiones finales, es de ley reseñar, que El Faro -exactamente igual que dije con" la bruja"- no se ha hecho para agradar a nadie. Esto, de cine palomitero tiene cero absoluto. Una muestra de que a veces, el cine no es entretenimiento, también encierra otras muchas facetas que pueden darnos enormes satisfacciones.


Yo, en particular, la pongo un buen escalón por debajo de la mencionada, pues el tono excesivamente poético, me tira un poco para atrás en determinados momentos, pero habrá gente a la que eso precisamente, sea lo que más le atraiga. A saber. Ya en gustos...



El Faro -The Lighthouse- pasen y vean, el espectáculo va a comenzar.


                 

martes, 17 de octubre de 2017

EL DIABLO DE VALLECAS



Se acabó el verano, y al menos en teoría comienza la época de bonanza para los que gozamos como niños del espectáculo que nos ofrece la gran pantalla. Me relamo solo con pensar que ya tenemos ahí en la puerta Blade Runner 2049 y la segunda temporada de Stranger Things, pero bueno hoy de momento, para sacar el blog de las telarañas en las que lo tenía abocado últimamente y como no podía ser menos,se abre el telón y ... ¡terror a cascoporro!

Y esta vez estamos de enhorabuena, pues la cosa va de suspense patrio y con muy buenos resultados:


Verónica nos sitúa en Vallecas, en el típico barrio de principios de los 90, donde un  grupo de amigas decide hacer una sesión de espiritismo que abrirá la puerta a una serie de extraños y terroríficos sucesos.

Como suelo hacer, lo primero que me gustaría resaltar es el logrado ambiente que el bueno de Paco Plaza ha sabido imprimir durante toda la película. La chica protagonista cuenta exactamente con la misma edad que yo tenía durante esa época, y en innumerables momentos me ha trasladado a mi antiguo y querido barrio conquense (Pozo de las Nieves) con su bareto cutre, su quiosco, los heavys (lágrima que se me cae al ver ahora a reguetoneros con los pantalones por debajo del culo) el colegio de monjas, el piso modesto donde se desarrolla la acción, etc. En lugar del casoplón de estilo victoriano en mitad de Pensilvania.



El guión está adaptado de una experiencia real y documentada, incluso con informes policiales, que ocurrió en los mismos lugares y fechas que se retratan. Cierto es que ha sido una adaptación “muy libre”, pero bueno, esto es cine ( y se agradece que así sea) Para contar la versión original ya tenemos al bueno de Iker, y muy bien que lo hizo también, dicho sea de paso.

Bien es cierto que a la historia le cuesta sus buenos minutos iniciales arrancar, digamos que se muestra como encorsetada y un poco farragosa. Pero una vez encuentra el ritmo, este no deja de ser creciente hasta el brutal desenlace final.

Quizás el argumento no diste en demasía de todas esas cintas adolescentes sobre sesiones con la tabla ouija que acaban jodidamente. Sin embargo, la cuidadosa creación de los personajes, el realismo de la ambientación, la excelente dirección de actores y la gran carga emocional que demuestra, elevan a Verónica muy por encima de la media del género de terror español actual, y por qué no, codeándose con las”grandes” a nivel internacional.



Los momentos de terror, aunque se muestran mayormente efectivos e impactantes, se nota que están rodados con menos mimo que las secuencias cotidianas. Es ahí donde Plaza lo da todo: El paso traumático de la adolescencia a la adultez (antes de tiempo) de las cargas y responsabilidades familiares, la incapacidad de aceptar la muerte de un ser querido, ser consciente por primera vez en tu vida de la soledad,...En resumidas cuentas, cuando empieza a resquebrajarse y caerse en pedazos la cúpula que te protege de la vida real. Cuando te das cuenta que la pantalla refleja todo esto y lo adereza con un logrado ambiente malsano y buenos sustos que no apelan al “escopetazo de volumen”, es cuando sabes que estas ante un trabajo bien hecho, con pasión y alma propia.

Otra cosa que ha demostrado Plaza es su genial dirección de actores, y bueno, la verdad es que estos ayudan muy mucho, pues son buenísimos y elegidos a la perfección. Para empezar, la más veterana: Ana Torrent, la niña prodigio de “Cría cuervos” y que en su mayoría conoceréis por la magnífica “Tesis” del desnortado Amenábar, cumple con creces su papel de madre soltera y sufridora. La protagonista Sandra Escacedo, para ser su primera vez demuestra estar sobrada de virtudes y llegará alto. Te hace sentir con ella los momentos de alienación, zozobra, y de hastío con el mundo.



Merecen mención aparte los tres niños pequeños. Joder, pero qué buenos que son, le dan a la película un fantástico toque de humor que le viene de perlas. Cualquiera que lo vea se sentirá reflejado en ellos, en los juegos y tontunacas interminables con nuestros hermanos, primos, amigos...El pequeñajo, Iván Chavero no puede ser más  entrañable y bonico la verdad, no sé, hay que verlo, con palabras sólo no vale.


!Yo no tengo miedo a ná!


En fin, todo este buen hacer además viene acompañado con la banda sonora de Héroes del Silencio, que como bien sabéis los más veteranos lectores del blog, saboreó las mieles del estrellato por aquella época, y que por lo menos a mi me ha parecido un toque superior, que le encajaba como anillo al dedo.

Poco mas puedo añadir, tan sólo volver a romper una lanza como he hecho otras veces por este rincón y tratar de no criminalizar al cine español, que hay mucha morralla, pues claro, pero también películas muy buenas y disfrutables que no deberían pasar desapercibidas. Merece la pena a veces molestarse y buscar un poco. Por eso me despido en esta ocasión recomendando dos thrillers patrios del copón: Tarde para la ira y Que Dios nos perdone.





Hasta la próxima, ahí lo lleváis tunantes.